Un
mundo de emociones recorre su cuerpo. Se siente feliz.
No
cree lo que ha hecho, nunca pensó que haría esto. Sonríe con aires de
graciosa.
Camina
hacia la habitación, se para en la puerta de esta y lo mira. Él esta ahí.
Aún
piensa que lo que ha sucedido, ha sido una completa locura, pero sin embargo,
no se arrepiente. Sigue con la idea de que, el amor, se define como una locura
que haces por la persona con la que estas dispuesta a darlo todo, así que, ¿Por
qué arrepentirse? Se muerde el labio.
Siente
como una felicidad intensa le invade. Nunca se había sentido así.
Se
le escapa una carcajada.
Él,
desde la cama, ríe entre dientes, pero aún mantiene sus ojos
cerrados.
Ella
sale otra vez de la habitación, ahora se dirige a la cocina, a preparar su
desayuno. Se prepara el típico chocolate de todas las mañanas mientras canta su
canción favorita. Le da un sorbo, la espuma mancha su nariz, ella sigue riendo,
todo le resulta gracioso.
De
repente, siente las manos de su chico acariciando su cintura y sus labios
rozando su cuello.
Ella ríe entre
dientes.
-¿Hoy
también nos fugaremos?-preguntó ella riendo.
-No,
hoy y el resto de los días no hará falta fugarnos, estaremos todos los días que
nos quedan por vivir juntos, sin que nos separen. - respondió él, en un
susurro.
-No
me sueltes nunca- dijo ella abrazándolo fuertemente.
-Jamás
lo haría- respondió él.
Él había decidido tener una vida junto a ella. Ella
había decidido dejar todo por él.